Hunab Ku es el nombre de la deidad máxima e incorpórea de los antiguos mayas, que representa la unidualidad de las fuerzas cósmicas creadoras y guías de la vida, y se ha asociado a uno de los mantos sagrados que nos legaron los aztecas en los códices. En él se representan dos fuerzas que se entretejen, se complementan, como son: espíritu y cuerpo; día y noche; el saber y el conocimiento: Quetzalcoatl y Tezcatlipocah. Dualismo epistemológico que genera un tercero, el cual está presente en el pensamiento homomórfico continuum de las culturas del continente del Anahuac-Tawantinzuyu. El Hunab Ku conecta distintos niveles de realidad, por medio del movimiento de las dos serpientes que salen del mismo lugar, como las que envuelven el famoso Calendario Azteca o Piedra del Sol, para volver a encontrarse y cruzarse, produciendo el movimiento dialéctico/dialógico de la existencia cósmica: emerge nuevamente la unidualidad de las fuerzas complementarias que viajarán juntas con el destino de la vida y de la humanidad. El símbolo está rodeado de dos círculos, que materializan niveles de realidad, coloridos en el tono de la flor del Cempoaxuchitl o de las veinte flores (amarillo dorado) que, de acuerdo con la mitología del México antiguo, nació en el Mictlan, en la región de los descarnados, para alumbrar a las ánimas de nuestros ancestros, mientras el Sol no estaba (de nuevo se conectan vida y muerte en un ciclo eterno). El rojo significa la unión-separación, el continuum-fragmentación. El negro se refiere a la muerte, a lo oculto, el complemento del ciclo. En síntesis, la elección de los colores rescata algunos temas de interés de la transdisciplinariedad y de la complejidad.